¿Vacaciones?
Por fin un día feriado. El sol nos da 14º de premio por haber sobrevivido el invierno, y nosotros lo tomamos como palmada en la espalda por habernos portado tan bien en este tiempo de encierro. Sólo necesitamos una ligera chamarra para salir, ya no más gorro, bufanda, guantes ni botas. La primavera aterriza sin entender porqué los humanos no están estrenando las flores que los árboles les regalan. Los árboles cumplen las órdenes de la primavera y explotan flores que muy pocos aprecian. Las flores no tienen tiempo para preocuparse, pues la corta vida que la estación les otorga es sólo para anunciar el nuevo performance de los árboles que la gente desperdicia. Nosotros nos encerramos en el miedo y la incertidumbre mientras las flores, los árboles y la primavera persiguen sus sueños. La falta de equilibrio sólo la sentimos nosotros, todo lo demás sigue.
En Berlín el viernes ‘santo’ y el lunes de pascua son días feriados. Este es el primer día que me tomo del trabajo desde que regresé en enero de mis vacaciones de México. Me hacía falta descansar. El fin de semana largo lo quería dedicar a salir y disfrutar el clima, pero la moral actual me obliga a encerrarme en casa todo lo que sea posible. Eso quiere decir que tengo que buscar una buena justificación para estar en las calles. Siempre uso mi salud mental como escudo protector, funciona a la perfección. Hoy por la tarde saldré a correr al Monbijou Park, el parque más cercano a donde siempre voy a correr. Para llegar a ese lugar, siempre elijo el camino que me lleva a la isla de los museos. Ese lugar me convierte en una persona que se siente como que puede lograr lo que sea. No hay manera de que ese lugar no tenga un efecto poderoso sobre mí.
Desde que comenzó la orden oficial de distanciamiento físico por parte de las autoridades - el 23 de marzo del 2020 -, he estado tomando cuatro fotografías desde mi departamento: dos en mi sala y dos hacia la calle. Tengo alarmas para cada una de las fotos, lo cual me obliga a estar aquí a ciertas horas. Las últimas fotografías del día son al atardecer, lo cual me obliga a estar en mi casa a esa hora. Mi horario de las últimas semanas ha girado en torno a este proyecto que yo sola me puse. La idea original es que dure 4 semanas, pero puede extenderse, igual que estos planes de confinamiento. Es muy típico de mi estado consciente ponerse una meta que no había pensado claramente. O que probablemente sí lo había pensado, pero no pensó que exigiese más de lo que yo estaba dispuesta a dar sin que me costara trabajo. Me pareció tan sencillo al principio, pero ya para la tercer semana me pesa tener que estar en mi casa al atardecer, mientras el día soleado transcurre allá afuera, allá donde se supone que no debo de estar, allá donde es malo pero se ve tan hermoso, allá donde se siente bien pero es peligroso. Mi especialidad siempre ha sido romper las reglas, pero esta vez tengo que seguirlas porque yo misma me las inventé. Necesito ejercitar mi resistencia, por lo cual me doy ánimos de seguir en mi casa a esas horas, sólo me faltan 9 días y podré revaluar la situación.