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¿Qué carajos está pasando?

Me siento muy dramática al pensar que estamos viviendo una época de guerra. Lo digo porque salgo a la calle y todo parece estar regresando relativamente a la normalidad, pero el mundo parece arder cada vez que entro a redes sociales. El movimiento de Black Lives Matter en todo EEUU, las manifestaciones en Guadalajara donde vandalizaron (lo pongo en cursivas porque vandalizar es una palabra claramente cargada moralmente de algo negativo, cuando yo no veo nada de negativo en manifestarse en contra del gobierno opresor) el Palacio de Gobierno en Guadalajara, la pandemia, la recesión económica, y el permanente miedo a lo que se avecina. Todas estas situaciones, aunado a la cantidad de desinformación que alimenta la ignorancia, nos han obligado irnos a extremos: o es negro o es blanco, o estás con nosotros o en nuestra contra, o te unes a la lucha o te quitas para no estorbar.

Muchos de los libros que he leído últimamente tocan el tema de la guerra. Ya sea alguna de las guerras mundiales, la conquista, revoluciones o diferentes movimientos armados. Me han hecho pensar que la humanidad ha estado en constante lucha, donde siempre ha habido un opresor y un oprimido, un lado poderoso que intenta apoderarse de más, de todo lo que pueda; donde la desigualdad, el hambre, la opresión y la injusticia se volvieron intolerables, obligando a los de abajo revelarse contra los de arriba. Esto ha pasado muchísimas veces, lo cual es bastante iluso pensar que no nos tocará ver algo similar en nuestras vidas.

La pregunta aquí es: ¿de qué lado queremos estar? Yo ya lo tengo bien definido, pero creo que mi privilegio me ha otorgado la oportunidad de tener una educación que me aclara la mente, me hace cuestionar discursos, fuentes, personajes, instituciones, creencias y decisiones; me obliga a investigar, debatir, dialogar, escuchar y crear empatía. No me siento con el derecho de exigirle a todas las personas la posibilidad de elegir el lado que yo tan claramente veo, porque los grupos de poder se han encargado de vomitar discursos opresores durante bastantes años, bañando de mierda a tantas personas como les sea posible. Esas personas – las que están del lado del opresor – lo están porque es la única verdad que conocen. Me gustaría ser la persona que les abriera los ojos (más bien la mente) hacia una realidad diferente. Sin embargo, sé que esa realidad es caótica, desconocida y fría. No todas las personas podemos, ni estamos dispuestas a esa realidad, a pesar de que signifique el camino de la justicia.

Dudo mucho que alguien se sienta con la preparación necesaria para vivir una guerra – o lo que sea que estemos viviendo, o que vayamos a vivir. ¿Cómo me defiendo del putazo si ni si quiera lo veo venir? Sólo puedo seguir con mi discurso de liberación, igualdad, humanidad y comunidad. Dedicaré mi vida a combatir al enemigo más grande que tenemos: la ignorancia.

Elba Quintero