Inolvidable 2020
Sobrevivimos. No lo digo a la ligera. Nos pasamos el año esperando alguna mejora, cansándonos de recibir malas noticias, aguantando putazos en el hocico como jamás lo habíamos hecho. Y aún así, seguimos aquí.
Estoy completamente decidida en rechazar la idea de que este año ha sido desperdiciado. No puedo alimentar el sentimiento de que pasé 365 días en la completa oscuridad, porque no fue así. Reconozco mi privilegio –mi grandísimo privilegio– y desde aquí quiero hacer consciente mi lucha interna y extenuante contra mi mayor enemigo: la falsa e infantil sensación de tener el control. No lo tengo, en lo absoluto, y es precisamente por eso que requiero de un recuento de las cosas que me salieron bien este año, para aceptar que, aún cuando no tengo control de la realidad, sí tengo control sobre mis acciones y mis reacciones.
Mis personas fueron pieza clave para mantenerme en un mindset de esperanza. Navegando con la constante oportunidad de hundirme en la recóndita e infinita oscuridad de mi mente, mis personas fueron quienes me mantuvieron consciente, en contacto con la realidad, teniendo una perspectiva diferente, una perspectiva más sana, mejor para mí. Algunas de mis personas están físicamente conmigo, pero la mayoría están lejos. Afortunadamente vivimos en un tiempo donde la distancia no significa lo mismo que hace 20 años. Mis personas estuvieron conmigo a pesar de estar a varios miles de kilómetros alejades de mí. Mis personas y yo pasamos por la misma pandemia. Nos cerraron las fronteras, nos cancelaron viajes, nos robaron los abrazos, nos pospusieron la fiesta, pero existen pocas cosas como las tragedias para fortalecer un vínculo invisible e infinitamente poderoso.
Escribí, tomé fotografías, hablé, presenté, bailé, discutí, crecí. Creé lo que pude, lo que me sentía obligada a escupir/vomitar en medio de todo este caos en el que se volvió la realidad. Mi poesía se presentó como algo aún más desgarrador. A pesar del fuego y las quemaduras, si mi poesía no me asusta, no la estoy haciendo bien.
Mientras más leía, conocía y aprendía cómo funcionan distintos sistemas, y mientras más estaba en contacto con discursos distintos al hegemónico, me di cuenta de que mi lucha siempre estará con quienes se ven aplastades por un sistema que les quiere ver como mano de obra, como consumidores, como piezas inertes de un engranaje que no funcionaría sin elles. No nos merecemos tanto miedo, tanto dolor, tanta opresión ni tanta violencia.
Nunca nos habíamos conectado tanto como lo hicimos este año. La crisis provocada por la pandemia apenas está empezando y, a pesar de ser relativamente reciente, se ha hecho evidente la gran dispariedad que existe al momento de enfrentarla. Nos tornamos a nuestros devices, adentrándonos en un mundo digital y virtual del cual ya no podremos salir. Y no lo digo como algo malo, pues esto nos da la oportunidad de escuchar otras voces, conocer realidades distintas a las nuestra, reconocer nuestro privilegio y decidir qué hacer con nuestra capacidad de hacer alguna diferencia. Muches de nosotres hemos tomado posturas políticas que fueron necesarias externar, debido al gran peligro del discurso de separación –que ha sido cada vez más aceptado. Me asusta ver miles de personas en las calles exigiendo tener su ‘libertad’ de regreso, ignorando por completo que vivimos en un estado de crisis. Por lo menos Trump no se reeligió.
Hice cosas para mí, para mi casa, para mi salud, para mi crecimiento, para mi gusto, para mi placer, para mi futuro, para mi sanación, para mi cansancio, para mi ansiedad, para mi desesperación, para mis recuerdos, para quien yo quiero llegar a ser. El encierro me obligó a estar conmigo, en una soledad que he llegado a apreciar.
No espero que el 2021 sea un ‘mejor año’, porque en realidad las medidas de tiempo son creaciones de la humanidad –y el calendario es una construcción que no le podría importar menos a nuestra estrella– pero sí puedo usar esto para reconocer lo que he logrado. No dejaré que el constante bombardeo de tragedias me desilusionen ante un futuro que sé que puede ser mejor. Logré mucho, logramos mucho, y es un buen momento de reconocerlo. Hemos aprendido, somos más fuertes y unides. Descansemos, recuperemos fuerzas, y sigamos adelante en este camino que nos debe de llevar a un lugar mejor. Sólo somos nómadas del tiempo buscando un mejor lugar.