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Un respiro en la infinitud del universo

A Bouquet of Love I saw in the Universe - Yayoi Kusama

A Bouquet of Love I saw in the Universe - Yayoi Kusama

Después de pasar 9 meses en confinamiento por coronavirus, Berlín por fin nos dio la oportunidad de dejar nuestras casas. A pesar de que el clima comienza a mejorar, mi primera visita oficial tuvo que suceder en un lugar cerrado: el museo Gropius Bau. La decisión fue sencilla, pues la exposición Yayoi Kusama: A retrospective se abrió desde el 23 de abril. Compré boletos para ir un día después de su apertura, pero el 23 mismo volvieron a cerrar museos por los altos números de contagios en la ciudad. Durante los siguientes días todos nos portamos bien, los números mostraron un mejor panorama, y nos volvieron a dar chance de sentir que la vida nos sonreía. Volví a comprar otros boletos, esta vez para el domingo 23 de mayo a las 15.30. 

Ahora puedo decir que valió la pena la terrible experiencia de mi primer exámen de COVID-19 (esa asquerosa sensación de fuego raspando detrás de mi cara), pues gracias al resultado negativo recibido 25 minutos después del trauma, nos encontramos listos para visitar una vez más este maravilloso edificio. Lo extrañé bastante, especialmente por todas esas fotos en instagram que delataron la obra con la que nos recibía la exposición. A pesar de haber visto ya varios posts, entrar al patio principal fue un exquisito transporte al universo de Kusama.

Antes de perderme en lo que sólo puedo describir como gigantezcos tentáculos rosas con puntos negros que brotaban del piso, un amable guía del Gropius Bau nos dijo que la exposición estaba en la segunda planta, que sólo teníamos permitidos 90 minutos para recorrer las 18 salas, y 30 minutos para ver la obra en el patio central. Mi idea original era la de tomar todas las fotos que pudiera, pero ahora se le agregaba el factor del tiempo, un nivel más de estrés que no sabía si lograría sobrepasar. Puse 80 minutos en el cronómetro después de haber subido las escaleras. 

La exposición hace un recuento por distintas etapas de la obra de Yayoi Kusama, reconocida artista japonesa de 92 años que sigue creando hoy en día. La primera sala exhibe algunas de sus obras iniciales, las cuales fueron mostradas en su primera exposición en Matsumoto (ahora Nagano), su ciudad natal, la cual sucedió en 1949. También se muestran unos dibujos que hizo de pequeña, donde comenzó a desarrollar sus habilidades con el dibujo y la pintura. En esta sala se muestra una de sus primeros estudios, donde ya podemos ver la presencia de puntos o lunares, un elemento fundamental de lo que ella nombraría después como ‘redes infinitas’. 

Kusama ha tenido alucinaciones desde niña, en las cuales percibe patrones de puntos que cubren todo lo que ve. Estos puntos crean una unión de todo lo que existe en el universo, y su obra ha sido un intento constante de reproducir esa visión. Sus ‘redes infinitas’ comenzaron en pinturas, grandes óleos con lunares que salen a relucir. Después, su obra evolucionó a otras formas de arte plástico y performativo, que consistieron en llenar de puntos distintos tipos de superficies – incluida la piel humana. 

One Thousand Boats Show - Yayoi Kusama

One Thousand Boats Show - Yayoi Kusama

A los 27 años dejó Japón para irse a vivir a Estados Unidos, poniendo la mira en Nueva York. En una de las salas pudimos ver One Thousand Boats Show de 1963, una barca blanca cubierta de figuras fálicas hechas de tela. El falo es otro elemento recurrente en su obra: con esta figura ella representa su miedo al sexo, miedo que ella menciona proviene de su madre, pues cuando era niña obligaba a Yayoi a seguir a su padre mientras éste tenía aventuras con otras mujeres. Los falos aparecen en sus obras varias veces también cubiertos de puntos, y pegados a distintos objetos como zapatos o sillones.

El siguiente punto clave en la obra de Kusama son los ‘espejos infinitos’, donde coloca obras dentro de cuartos rodeados de espejos. Esta repetición da vida a la ‘red infinita’ en un nivel más tangible. En la exposición se muestran 4 distintos cuartos infinitos, cada uno con su característica especial. El último, en particular, donde nos encontramos en un cuarto oscuro con burbujas iridiscientes flotantes que cambian de color, es una gran experiencia. 

Foto de uno de los cuartos infinitos.

Foto de uno de los cuartos infinitos.

A pesar de que su primer visita a Europa ocurrió en 1965 para montar una exposición en Holanda, su obra ya era muy conocida en este continente, pues pocas personas habían estado presentes en tantas exhibiciones como ella en ese entonces. Kusama tuvo su primera exposición en Alemania (Essen) en 1966, causando ruido en prensa al hacer creaciones artísticas al rededor de la obsesión por el sexo y la comida. En ese mismo año participó de manera extraoficial en la Bienal de Venecia, con la obra Narcissus Garden, la cual consistía de 1500 bolas-espejo que cubrían el pasto de la entrada del pabellón italiano. Usando al mito de Narciso (quien prefiere su reflejo más que el amor de otros) Kusama hace una crítica a la vanidad del mundo del arte internacional, poniéndose a vender cada bola por 2 dólares.

En 1967, y muy en voga con el movimiento de la revolución sexual de los 60s en Estados Unidos, Kusama trabaja en su primer film: Kusama’s Self-Obliteration, donde reúne en un cuarto a varias personas desnudas a las cuales les pinta puntos en el cuerpo, para después convertirse en una orgía. Sus obras consistían en arte performativo, borrando la línea entre intérpretes y expectadores, happenings que varias veces terminaban con una visita de la policía. Debido a esta nueva visión del cuerpo y su liberación, Kusama se enfoca también en crear arte a través de la ropa, organizando pasarelas en Nueva York y Holanda. 

Kusama con modelos usando su ropa.

Kusama con modelos usando su ropa.

Cuarto infinito de las calabazas amarillas - Yayoi Kusama

Cuarto infinito de las calabazas amarillas - Yayoi Kusama

Después de hacerse un nombre en Nueva York, Kusama regresa a Japón en 1973. Se topó con un país conservador que criticó severamente sus obras y que no le permitió tener el mismo desarrollo artístico que tuvo en EEUU. Desde 1977 Yayoi tiene como residencia permanente un hospital psiquiátrico que se encuentra cerca de su estudio. De cierta manera permaneció olvidada varios años, tiempo en el cual se dedicó a escribir y publicar varios libros de novelas y poemas. En la década de los 90 volvió a tener reconocimiento por parte de varios museos y galerías internacionales que organizaron retrospectivas de su obra, y en 1993 fue elegida para representar a Japón en la Bienal de Venecia, siendo la primera mujer en representar al país en este festival. La pieza que presentó fue un cuarto brillante lleno de esculturas de calabazas amarillas con puntos negros. Ella misma era parte de la obra, vestida con el mismo patrón. La calabaza se vuelve un motivo recurrente en su obra, está relacionada con la primera alucinación que tuvo de niña, volviéndose su alter-ego o autorretrato. 

Durante las siguientes décadas se organizaron varias exposiciones de Kusama, quien también se asoció con varias marcas que impulsaron su reconocimiento a nivel pop. A pesar de haber sido duramente criticada después de su regreso a Japón, en el 2017 finalmente se abre el Museo de Yayoi Kusama en Tokio. Desde principios del 2000 ella volvió a la pintura, y no ha parado desde entonces. La última sala de la exposición es un cuarto gigantezco con varios cuadros cubriendo todas las paredes, queriendo dar una sensación de estar viviendo dentro del cosmos de Kusama. My Eternal Soul (2009 – ) es el nombre de su última y actual serie de pinturas, de la cual se expone incluso una obra que hizo un par de meses antes de que comenzara esta retrospectiva.

Close up de una esfera dentro de un cuarto infinito.

Close up de una esfera dentro de un cuarto infinito.

Kusama no sólo nos invita al mundo que está dentro de su cabeza, sino que también cuestiona el entorno que compartimos todos. Su arte y sus obras son feministas en el momento en el que hace evidente su situación como mujer, y la manera en que esto ha afectado su carrera y su vida. Los desacuerdos que tenía con la manera de aprender el arte del dibujo y la pintura en Japón la llevaron a explorar otros lugares donde podría desarrollarse artísticamente, a pesar de haber tenido varios obstáculos como mujer migrante que vivía con padecimientos de salud mental de los cuales no se hablaban. Su arte es fiel a sus enfrentamientos, a los paradigmas que se atrevió a cuestionar, y a su manera muy particular de percibir la realidad. Caminar entre esos tentáculos rosas, adentrarse en uno de sus cuartos infinitos, y observar una trayectoria de más de 70 años es motivación suficiente para seguir creando arte, compartir nuestro propio universo, e invitar a más personas a que nos compartan el suyo. 

Resources:
Recorrido digital de la exposición Yayoi Kusama - A Retrospective (en inglés)
Stephanie Rosenthal on Yayoi Kusama - The Great Women Artists, Podcast (en inglés)

Elba Quintero